jueves, 3 de noviembre de 2011

Para David Hume, ¿Debemos hacerle caso al 'dictador del gusto'?


Hume explica razones por las que podemos coincidir en materia de gustos. Él introduce esta diversidad de gustos como algo que prevalece en diversos niveles de experiencia: en el estrecho círculo de amistades, en el ámbito de una misma cultura y de una cultura a otra. De esta forma sugiere que, ni los juicios compartidos, la consideración y el afecto, que están a la base de la amistad, ni un trasfondo cultural compartido, garantizan una unión en las preferencias estéticas, de una cultura a otra.

Según Hume, la variedad del gusto todas todos pueden estar de acuerdo en que se valora positivamente una obra de arte, cuando se dice que es bella, interesante, magnífica. Pero cuando ?los críticos pasan a considerar casos particulares?, cuando se trata de juzgar una obra concreta, tal unanimidad desaparece. Entonces un crítico podrá decir que una obra es bella y otro que es afectada, fría, aburrida, además, el autor advierte una diferencia fundamental entre el ámbito estético y el conocimiento teórico, donde las diferencias radicarían más en los términos generales que en su aplicación.

La belleza no es una cualidad de las cosas mismas; existe solo en la mente que las contempla, y cada mente percibe una belleza diferente. Una persona puede, incluso, percibir uniformidad donde otros perciben belleza, y cada individuo debería conformarse con sus propios sentimientos sin pretender regular los de otros. Buscar la belleza real o la deformidad real es una búsqueda tan infructuosa como pretender encontrar el dulzor o el amargor real. De acuerdo a la disposición de los órganos el mismo objeto puede ser dulce y amargo." (Hume 1998: 28).



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